13 de noviembre de 2007

CULTIVA TU VOCACION


Objetivo: Tomar conciencia, de que la vocación no es algo que ya se da como algo acabado, para poner los medios que nos ayuden a cultivar nuestro llamado.

Ver.

Seguido escuchamos opiniones a cerca de la vocación de las demás personas: Por ejemplo: Uh, desde niño se veía lo que iba a ser... Yo siempre lo dije, ella iba a ser una excelente madre de familia... etc. ¿Crees que las personas ya nacen con un destino y lo único que les queda es cumplir con esto y ya? Aún cuando las personas tengan ciertas cualidades para una vocación también ellas tienen que luchar. Toda vocación necesita preparación. Dios da las cualidades pero a Tí te toca corresponder cultivándolas.

Pensar.

Las disposiciones vocacionales que te puedan servir para cultivar tu vocación, se pueden resumir muy rápidamente de la siguiente manera

- Apertura. Estar bien dispuesto significa abrirte a todo aquello que está fuera de ti y constituye una llamada, una necesidad. Habrá que estar abierto a las personas, al mundo en que vives, a la Iglesia que te necesita, a Dios que te habla a través de todo ello. No basta con una apertura genérica, es necesario concretarla en relaciones como la de tu orientador vocacional, la de tus padres y maestros, la relación con Cristo en tu oración personal.

- Coherencia. Es necesario un mínimo de autenticidad. Para cultivar tu vocación debes hacer lo que piensas, sin justificarte, sin buscar la comodidad. Dios llama pero necesita personas que por su proceso de crecimiento sean sensibles a los valores que el presenta. Por ejemplo, si quieres ser sacerdote, deberás tener un mínimo de oración personal... porque los sacerdotes, entre otras cosas deben rezar.

- Experiencia de Iglesia. Encontrar tu vocación es encontrar un lugar en la Iglesia. Para ello es muy conveniente que pertenezcas a algún grupo, que te sientas parte de una comunidad cristiana y actúes en ella. ¿Cómo vas a encontrar tu lugar en la comunidad si no la conoces? La pertenencia a un grupo juvenil o a la organización de tu parroquia, te dará los elementos para poder percibir el llamado de Dios.

Actuar.

A continuación te ofrecemos una especie de decálogo, es decir, unas normas elementales para poder cultivar tu vocación. Examínate, pregúntate si las cumples en tu vida diaria.

1.- Ábrete a la realidad del mundo, de la sociedad, de los demás. No basta con mirarte a ti mismo. La vocación tiene que ver con los demás.

2.- Mantén una relación frecuente e íntima con Dios. Atrévete a plantearle a él, el problema de tu vocación y como ves el mundo que te rodea.

3.- No intentes caminar sólo. Busca a una persona que te pueda ayudar y déjate acompañar por ella en todo eso que te preocupa.

4.- Sirve a los demás en un apostolado. Intenta hacerlo con mucho desinterés, ocupando los últimos puestos y realizando trabajos silenciosos.

5.- Intenta ser radical en tus decisiones. Busca siempre lo mejor, lo más claro y exigente. No te conformes con cualquier cosa.

6.- Ensaya conductas cristianas en tu realidad: tu familia tu grupo, tu escuela o trabajo. Experimenta la alegría de comportarte como un verdadero cristiano.

7.- Aliméntate con la Palabra de Dios y los sacramentos. Utiliza estos instrumentos preciosos que Dios ha puesto a tu alcance.

8.- Considera las necesidades de la Iglesia. Atrévete a mirarlas de frente y pregúntale: ¿y yo, por qué no?

9.- Participa en algún grupo juvenil y haz la experiencia de la fraternidad entre jóvenes.

10.- Si ves claro en algún punto importante, no dudes más, toma una decisión sin buscar justificaciones para parecer indiferente.

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