13 de noviembre de 2007

DIOS EN MI VIDA

OBJETIVO

“Descubrir la presencia de Dios en nuestra vida y sentir su apoyo en todas nuestras decisiones, para actuar con seguridad y plena confianza de que con su ayuda nada nos va a fallar.”

ORACIÓN

Señor:

Como busca la sierva las corrientes de agua, así mi alma te busca a Tí, Dios mío.

Tengo sed de Ti, que eres fuente de vida. ¿Cuándo me encontraré cara a cara contigo?

Señor, quiero sentirte cercano en mi vida, quiero conocerte más y mejor; quiero estar seguro de que estás siempre a mi lado, quiero depositar mi confianza en Tí. Muchos me dicen: “Tu Dios no existe”, es sólo una palabra vacía. Otros, sin decirlo, lo pregonan con sus obras, y viven como si tu no existieras.

De pequeño te alababa con sencillez, hablaba contigo y estaba seguro de que me escuchabas; pero el tiempo pasa y yo me voy sintiendo otro, crecen las dificultades y me desvían los problemas y con frecuencia me olvido de ti; pero Tú sigues siendo el mismo de siempre, me acompañas.

No me olvides, Señor, en medio de mis luchas y temores, no me dejes que me sienta solo y abrumado.

Esta es mi súplica ahora: se Tú mi fuerza, mi luz y mi salvación, AMEN.

- Se puede cantar: El Señor es mi luz y mi salvación...

VER

* Dinámica: “El ciego y el guía”. Se forman parejas, durante un minuto uno de ellos es el ciego (se le vendan los ojos), y su compañero lo va a llevar para donde quiera, lo va a conducir para que no se caiga y no choque, el ciego se va a dejar guiar por su compañero. Después se invierten los papeles. Al terminar se comentan las experiencias en el grupo. El objeto es hacer ver al adolescente que de la misma manera como caminaba nuestro guía con nosotros conduciéndonos, así y aún mejor lo hacemos en nuestro mundo actual, en el cual parece que ya no vive?

- ¿ Has experimentado en ti la presencia de un Dios vivo que te ama y te conduce? ¿Cuándo? ¿Cómo?

* Se puede entregar a cada uno el escrito de “LAS HUELLAS”, para que lo reflexionen:

Una noche un hombre tuvo un sueño. Soñó que caminaba a lo largo de una playa con El Señor. En el cielo escenas de su vida se proyectaban rápidamente, en cada escena notaba dos huellas de pies en la arena, unas de él, las otras del Señor.

Cuando la última escena de su vida pasó ante él, miró detrás a las huellas en la arena. Se fijo que muchas veces a lo largo del sendero de su vida, solamente hubo una huella, se dio cuenta que esto sucedió en los momentos más tristes y solitarios de su vida.

Le molestó esto y le preguntó al Señor: “Señor, tu dijiste que una vez que decidí seguirte, tu caminarías todo el camino conmigo, pero he notado que en los momentos más difíciles de mi vida, hay una sola huella en la arena. Yo no comprendo porque cuando más te he necesitado me has dejado solo.”

El Señor le contestó: “Hijo mío, mi querido hijo, yo te amo y nunca te he dejado. En medio de tus pruebas y sufrimientos, cuando solo has visto las huellas de tus pies, es solamente porque yo te he llevado en mis brazos.”

* También podría verse algún sonorama que haga referencia a un Dios vivo que está en mi vida y me acompaña en todos mis problemas y en todas mis luchas.

PENSAR

La Sagrada Escritura nos dice que Dios es un ser vivo. El Dios que habla con voz alta y perceptible en el fuego y en las nubes (Dt 5, 23.27; 1Sam 17, 26-36; Is 37, 4-17; Mt 16, 16; Mt 26, 63; Hch 14, 15; Rm 9, 26). Dios vive eternamente, su vida se manifiesta de muchas maneras, se manifiesta en la creación del mundo, en la historia de la salvación, en la vida de la Iglesia, en los sacramentos, en su Palabra oral y escrita, en las personas, en los acontecimientos y sobre todo en CRISTO-Encarnado que es la manifestación más perfecta de la vida divina. El es un Dios Vivo, y es Dios de vivos y no de muertos ( Mc 12, 26-27). ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?... Sí, Jesús no está en la tumba vacía de Jerusalén, él se encuentra en todas partes del mundo y han existido y siguen existiendo personas que dan testimonio de él, porque sus vidas han sido marcadas con la experiencia de la muerte y resurrección de Cristo Jesús y ahora son presencia de una persona viva, que comunica vida en abundancia; proclaman con fuerza que Cristo vive en cada uno de nosotros; ya no pueden dejar de hablar de lo que han visto y oído (Hch 4, 20).

Dios es la vida y por medio de Cristo nos ha dado la vida en abundancia, de manera que la vida es la primera riqueza que poseemos y por eso hay que vivirla, no como nos invita que la vivamos la sociedad consumista y alienante en que vivimos, lo más importante no es el placer, el disfrute, el gozar de lo que sea, el pasar el rato, sentirse bien, gozar de la vida; sino que lo importante es sentir que Dios está en mi vida y dejar que él actúe en mí; vivir la vida de Cristo porque él está en mí; sentir su presencia en mi vida de manera que pueda decir como el apóstol San Pablo: “no vivo yo, es Cristo que vive en mí”. Cristo vive en cada uno de nosotros, y hay que dejarlo vivir; que nuestro cuerpo no sea la tumba de Cristo.

Es cierto que en nuestro mundo actual Dios no es una evidencia, no es alguien que con facilidad podamos decir que está aquí o allí, o que podamos encontrarle en algún hecho, persona o lugar. Hoy ponemos en crisis la idea de Dios; es difícil afirmar que Dios está en nuestras vidas y que nos conduce con su Espíritu cuando todo parece lo contrario; Dios ya no parece necesario para vivir, el hombre se cree autónomo y autosuficiente, hace lo que quiere y tal parece que lo puede hacer sin la ayuda de Dios; parece que Dios está ausente, dormido, alejado, ya no se habla mucho de él, parece que está de más en el mundo; parece que se ha olvidado de nosotros, hay guerras, hambres, crisis, sufrimientos, muertes, injusticias, opresiones, y parece que Dios no ve, parece que ya no le interesa nada, no soluciona nada, no cambia nada. ( JAVIER GONZALEZ RAMIREZ, Un proceso de formación para los grupos juveniles 1, pp. 139-141).

Sin embargo, tenemos derecho a pensar que Cristo nos sigue hablando hoy y que su Palabra no es algo muerto, porque sabemos que vive en nosotros y se expresa en nuestros corazones como alguien que está vivo; Cristo prosigue en nosotros el combate contra las potencias del mal y nos hace participar en su victoria.

Cristo es el Verbo que nace eternamente del Padre; surge de él, es engendrado por su amor; es en esta Palabra en donde el Padre nos entrega todos los dones, especialmente el inmerecido don de la vida. Existimos en el nacimiento eterno del Verbo, porque él quiso quedarse en nuestras vidas para siempre, él mora en medio de todos los hombres. El Hijo de Dios hecho hombre nació en Belén para nacer secretamente en el corazón de aquellos que le acogen, que lo tienen como ejemplo y aceptan configurarse con él dejándole nacer en su corazón todos los días, se hizo hombre para que vivamos por él (1Jn 4, 9). Dios es el Dios que me es más íntimo que yo mismo, dice San Agustín, Dios no es solamente el creador y fuente de mi existencia y providencia de mi fragilidad, él penetra en mí hasta lo más profundo de mi ser y yo moro en él. Dios interviene en mi vida hasta el nivel más profundo. Siempre estará vivo para interceder por nosotros (Hb 7, 25). (PHILIPPE FERLAY, Compendio de la vida espiritual, pp. 53ss).

Dios me acompaña, está presente en mi vida, es quien me da vida en abundancia y me conduce a la verdad, a la salvación. Está tan presente en mi vida que no puedo hacer nada sin él, me acompaña en mis tristezas y en mis alegrías, en mis triunfos y en mis fracasos; si estudio, si rezo, si trabajo, si juego, si convivo o si parece que me encuentro solo, triste y desamparado, ahí está él conmigo. El sabe bien lo que pienso y lo que quiero, conoce hasta el fondo mis intenciones, sabe todo lo que guardo en mi corazón. Desde que fui bautizado me ha seguido en cada paso de mi vida. Me ha conducido por el camino bueno, me ha defendido de grandes peligros, me ha regalado grandes y maravillosas cosas: La creación, una puesta de sol, el canto de un pájaro, el aire que acaricia mi rostro. Dios está presente en mi vida y se me comunica a través de los sacramentos, especialmente en la Eucaristía; se me hace presente en cada persona y en cada cosa que me rodea. Nunca me deja solo, aunque parezca, siempre caminará a mi lado como un amigo fiel. Yo debo tenerlo como el Señor de mi vida.

Jesucristo esté en mi vida, porque él es Vida; “Padre, tú le diste a tu Hijo poder sobre todos los hombres, para que él dé vida eterna a todos los que tú le has dado” (Jn 17, 2). Dios nos ha dado vida eterna, la vida que está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1Jn 5, 11-112). Señor, ¿a quién iremos si sólo tu tienes palabras de vida eterna? (Jn 6, 68). Esto nos hace pensar que lejos de Cristo nadie puede vivir; él es el camino de salvación; tener la vida de Cristo es tener la vida de Dios, es dejar que Dios actúe en nosotros. Debemos dejar que Dios habite en nosotros, hasta que tengamos los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Flp 2, 5), y todos juntos tener un sólo corazón y una sola alma (Hch 2, 42). Quien tiene a Cristo en su vida, tiene que ser semejante a él con su caridad, su servicio y su fraternidad.

ACTUAR

- Luchar contra el materialismo de nuestra sociedad.

- Buscar a Dios cada día en nuestra vida ordinaria. El vive.

- Buscar a Dios en la oración, en la Biblia, en los Sacramentos, en los acontecimientos, en las personas y sobre todo en los más pobres.

- Testimoniar con valentía que Dios vive en mí.

CELEBRAR

* Hacer del salmo 139 una oración, Dios está siempre con nosotros y nos conoce bien.

Señor, tú me examinas y conoces;

sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;

tú conoces de lejos lo que pienso;

tú sabes si camino o si me acuesto

y tú conoces bien todos mis pasos.

Aún no está en mi lengua la palabra

cuando ya tú, Señor, la conoces entera.

Me abrazas por atrás y delante,

después pones tu mano sobre mí.

Tu ciencia es un misterio para mí,

tan grande que no puedo comprenderla.

¿A dónde podré ir lejos de tu espíritu?

¿A dónde podré ir lejos de tu presencia?

Si subo a las alturas, allí estás,

si bajo a los abismos de la muerte,

allí también estás.

Si le pido las alas a la Aurora

para irme a la otra orilla de los mares,

también allá tu mano me conduce

y me tiene tomado tu derecha.

Y si dijere entonces:

¡Que me oculten, al menos, las tinieblas

y la luz se haga noche en torno mío!

Pero, aun las tinieblas nada tienen de oscuro para ti

y la noche ilumina como el día.

Pues tú, Señor, formaste mis entrañas,

me tejiste en el seno de mi madre.

Examíname, oh Dios, mira mi corazón,

ponme a prueba y conoce lo que siento.

Fíjate si es que voy por mal camino

y condúceme por la antigua senda.....

No hay comentarios: