13 de noviembre de 2007

PASOS PARA DESCUBRIR MI VOCACIÓN

Uno de los grandes retos que deberás enfrentar en tu vida es el de encontrar tu lugar en la sociedad y en la Iglesia. Para tí, que buscas tu vocación, describiré 7 pasos que te pueden ayudar a discernir el proyecto de Dios sobre ti. Aunque me referiré directamente a las vocaciones consagradas (sacerdocio y vida religiosa), los pasos que enumeraré se pueden aplicar para el discernimiento de cualquier vocación, estado de vida o profesión. Descubrir tu vocación no es fácil, pero tampoco es imposible.

Si con sinceridad te pones a buscar la voluntad de Dios y realizas los pasos que aquí te sugiero, creo que podrás encontrarla. De muchos modos Dios te está revelando la manera cómo quiere que colabores en la instauración de su Reino. El es el más interesado en que tú descubras y realices tu vocación. Por eso haz oración, dialoga con tu director espiritual, percibe, infórmate, reflexiona, decídete y actúa.

1.Oración

«Señor, ¿qué quieres que haga?» Hch 22, 10. La vocación no es algo que tu inventas; es algo que encuentras. No es el plan que tu tienes para tu vida, sino el proyecto de amistad que Jesús te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tu tomas sino una llamada a la que respondes. Si quieres descubrir tu vocación dialoga con Jesús, sólo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar y fortalecerá tu alma para que puedas responder. En el diálogo de amistad con Jesús podrás oír su voz que te llama: «ven y sígueme» (Lc. 18, 22); o bien, escucharás que te dice: «vuelve a tu casa y cuenta lo que Dios a hecho por ti» (Lc. 8, 39).

2. Percepción

«Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacia esfuerzos por ahogarlo, no podía» (Jr 20, 9). Para descubrir lo que Dios quiere de ti tienes que escuchar, mirar y experimentar.

Para esto necesitas hacer silencio interior y exterior; el ruido te impide percibir. Está atento a lo que se mueve en tu interior: tus deseos, tus miedos, tus pensamientos, tus fantasías, tus inquietudes, tus proyectos. Escucha tanto a los que aprueban tu inquietud como a los que la critican.

Escucha tu corazón: ¿qué es lo que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean: ¿qué te está diciendo Jesús a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de su desesperanza, de su necesidad de Dios...?

Ve tu historia: ¿Por cuál camino te ha llevado Dios?

¿Cuáles han sido los acontecimientos más importantes de tu vida?,

¿de que manera Dios estuvo presente o ausente en ellos?

¿Qué personas concretas han sido significativas para ti? ¿Por qué?

Contempla el futuro: ¿qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios?

Tienes sólo una vida, ¿a qué quieres dedicarla?

Ten cuidado en discernir si tu inquietud y la atracción que sientes son signos de una verdadera vocación consagrada o son manifestaciones de que Dios quiere que intensifiques tu vida cristiana como seglar. Al dar este paso podrás decir: «Tal vez Dios me esté llamando... «Siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios».

3. Información

«Observen como es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; como es la tierra, buena o mala; como son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; como es la tierra, fértil o estéril; con vegetación o sin ella» (Nm. 13, 18-20). Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No basta con querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos

. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas. Para descubrir tu lugar en la Iglesia es conveniente que conozcas las diversas vocaciones. Investiga cuál es la espiritualidad que viven los sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones religiosas; y siente cual de ellas te atrae. Ve como viven: no es lo mismo una congregación contemplativa que una de vida apostólica. Infórmate sobre cuál es su misión y por que medios pretenden realizarla: enseñanza, hospitales, dirección espiritual, promoción vocacional, misiones, predicación de ejercicios, medios de comunicación, etc.

Conoce quienes son los principales destinatarios de su apostolado: jóvenes, pobres, sacerdotes, enfermos, niños, seminarios, ancianos, etc. Aunque ordinariamente cuando se experimenta la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una vocación específica, vale la pena que dediques algunas horas a informarte más a fondo sobre esa vocación y sobre otras. Y si al final te decidieras por la que en el principio te inclinabas, el tiempo empleado en informarte no habrá sido desperdiciado.

Al dar este paso podrás decir: «Me atrae la espiritualidad, el estilo de vida y el apostolado de esta congregación». «Posiblemente Dios me está llamando a ingresar al noviciado o al Seminario».

4. Reflexión

«Si uno de ustedes quiere construir una torre ¿no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: Este comenzó a edificar y no pudo terminar». (Lc. 14, 28-30)

La vocación es una empresa demasiado grande, ¡y es para toda la vida! Por eso no te puedes lanzar sin antes haber reflexionado seriamente sobre la vida que pretendes abrazar. Descubre cuales son tus capacidades y limitaciones.

Piensa si podrás vivir las exigencias que implica la vocación -contando desde luego con la gracia de Dios

¿En qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama?

¿Qué razones en favor y en contra tienes para emprender ese camino?

¿Qué es lo que te atrae y qué lo que no te gusta de ese estado de vida?

Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de su voluntad. Quiere que utilices tu inteligencia para buscar tu vacación. Con la luz del Espíritu Santo podrás descubrir lo que Dios quiere de ti.

No pienses que llegarás a tener certeza absoluta de lo que Dios quiere de ti: algo así como tener un contrato firmado por El, en el que te revelará su voluntad.

Lo que encontrarás serán signos que indican cuál podría ser el proyecto de amistad que tiene para ti. Al descifrar esos signos podrás tener certeza absoluta de que no puede haber un círculo cuadrado, y tengo certeza moral de que la silla en la que estoy sentado no se va a romper.

La certeza moral es la que necesitas para actuar. Al dar este paso podrás decir: «Creo que Jesús me llama». «Creo que, con la ayuda del Espíritu Santo, podre responder».

5. Decisión

«Te seguiré a donde quiera que vayas». Habiendo descubierto lo que Dios quiere de ti, decídete a seguirlo. Tomar tal decisión es difícil. Sentirás miedo. Tus limitaciones te parecerán montañas: «¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho» (Jr 1, 6). Sin embargo, a pesar de tus limitaciones -o mejor, con todas ellas- responde como Isaías: «Aquí estoy, Señor, envíame» (Is 6, 8).

Decir el «sí» con el cual comprometes toda tu vida es una gracia. Pídele al Espíritu Santo que te de esa capacidad de respuesta. No afrontar la decisión equivale a desperdiciar tu vida. Para iniciar el camino de la vocación no esperes tener certeza absoluta de que Dios te llama («el contrato firmado»); te basta la certeza moral. La decisión es un paso en la fe; es un acto de confianza en tu amigo Jesús.

Al decidirte a seguir radicalmente a Jesús es normal que tengas dudas de si podrás con las exigencias y si llegarás al final. Pero de lo que no puedes dudar es de lo que tu quieres. Al dar este paso podrás decir: «Quiero consagrar mi vida a Dios en el servicio de mis hermanos». «Quiero ingresar en esta congregación religiosa». «Quiero ser sacerdote».

6. Acción

«Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a al padre, y lo siguieron» (Mt 4 21- 22). Una vez tomada la decisión ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo, lánzate con todo y miedo. Por todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No cedas a la tentación de diferir tu ingreso a una casa de formación: «Te seguiré, Señor; pero déjame primero...» (Lc. 9, 61).

Con tu decisión has comprometido todos los momentos posteriores; en el futuro busca como ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. Vive todo momento en coherencia con lo que has decidido; dirige cada paso hacia la meta. ¿Y cuando venga la dificultad? ¡Perseverar! El camino que emprenderás es difícil; más de lo que crees. Prepárate para la lucha; deberás enfrentar problemas y superar obstáculos. Jesús te dice: «El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día su cruz y me siga» (Lc. 9, 23).

El sendero es arduo, pero María te acompaña y el Espíritu Santo te fortalece para que puedas recorrerlo. Además, no se trata de cargar hoy la cruz de toda la vida, sino sólo la de hoy; y así cada día. Al dar este paso podrás decir, como Pedro: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mc. 10,28).

7. Dirección Espiritual

«Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas» (Hch 22, 10). La dirección espiritual no es, en realidad, un paso más en el proceso de discernimiento vocacional; es un recurso que puedes aprovechar en cada uno de los pasos anteriores.

El director espiritual te motivará a orar y a percibir los signos de la voluntad de Dios; te indicará donde obtener la información y te ayudará a reflexionar. En el momento de la decisión se alejará de ti para que tu frente a Jesús libremente respondas a su llamado.

Te ayudará a que te prepares convenientemente para ingresar en una casa de formación. Su oración y sacrificio por ti te alcanzarán del Espíritu Santo la luz para descubrir tu vocación y la fuerza para seguirla.

Si bien es cierto que la vocación es una llamada de Dios que nadie puede escuchar por ti, ni responder a ella en tu lugar, también es cierto que necesitas de alguien que te acompañe en tu discernimiento vocacional.

Es fácil hacerse ilusiones: podrías creer que es un llamado de Dios lo que tal vez sea sólo un deseo tuyo, o bien podrías pensar que no tienes vocación cuando en realidad Dios te está llamando. Dialoga con tu director espiritual para clarificar la autenticidad de tu vocación

Jesucristo, después de habérsele aparecido a Pablo en el camino a Damasco, le dijo que fuera con Ananías, y que este le indicaría cual era la voluntad de Dios.

Aunque Cristo hubiera podido decirle a Pablo lo que quería de él, sin embargo, quiso valerse de Ananías para hacerle descubrir su vocación (cf Hch 22, 10-15). En el proyecto de Dios sobre ti no puedes prescindir de la mediación de la Iglesia.

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