13 de noviembre de 2007

CARTA DEL CENTRO AL ARZOBISPO

CENTRO JUVENIL DE ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL

Su Excelencia Reverendísima,
Monseñor José María Arancedo
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
S/S

La Junta de Religiosas y Religiosos de la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz ha tenido la feliz iniciativa, en el mes dedicado especialmente a la juventud, de reunir a todos los consagrados que peregrinan en esta Iglesia (religiosos y religiosas de vida activa y contemplativa, institutos seculares y sociedades de vida apostólica, orden de las Vírgenes, ministerio ordenado) para mostrar la maravilla y la riqueza de los dones que Dios está continuamente suscitando en su Pueblo, dones de su paterna liberalidad y del Sumo Amor con que nos ama.
El Documento de Aparecida reafirma el pensar de la Iglesia de Dios al expresar que la vida consagrada es una expresión tangible de la santidad de la Iglesia. Es un camino especial del seguimiento de Cristo, para dedicarse a El con un corazón indiviso y ponerse, como El, al servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de Vida que Cristo escogió para venir a este mundo.

Los consagrados somos llamados a hacer de nuestros lugares de presencia, de nuestra vida fraterna en comunión y de nuestra misión, espacios de anuncio explícito del Evangelio.

Mas aún: los consagrados, en comunión con los pastores, colaboran, cada uno según sus carismas fundacionales, con la gestación de una nueva generación de cristianos discípulos y misioneros, y de una sociedad donde se respete la justicia y la dignidad de la persona humana. Su vida y su misión están insertas en la iglesia particular y en ella caminan como signo luminoso.

VARIEDAD DE VOCACIONES a modo de diagnóstico.

NMI 46. Esta perspectiva de comunión está estrechamente unida a la capacidad de la comunidad cristiana para acoger todos los dones del Espíritu. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, sino integración orgánica de las legítimas diversidades. Es la realidad de muchos miembros unidos en un sólo cuerpo, el único Cuerpo de Cristo (cf. 1 Co 12,12). Se ha de hacer ciertamente un generoso esfuerzo -sobre todo con la oración insistente al Dueño de la mies (cf. Mt 9,38)- en la promoción de las vocaciones al sacerdocio y a la vida de especial consagración.
Éste es un problema muy importante para la vida de la Iglesia en todas las partes del mundo. Además, en algunos países de antigua evangelización, se ha hecho incluso dramático debido al contexto social cambiante y al enfriamiento religioso causado por el consumismo y el secularismo. Es necesario y urgente organizar una pastoral de las vocaciones amplia y capilar, que llegue a las parroquias, a los centros educativos y familias, suscitando una reflexión atenta sobre los valores esenciales de la vida, los cuales se resumen claramente en la respuesta que cada uno está invitado a dar a la llamada de Dios, especialmente cuando pide la total entrega de sí y de las propias fuerzas para la causa del Reino.
En este contexto cobran también toda su importancia las demás vocaciones, enraizadas básicamente en la riqueza de la vida nueva recibida en el sacramento del Bautismo. En particular, es necesario descubrir cada vez mejor la vocación propia de los laicos y las diversas realidades de asociación, que tanto en sus modalidades más tradicionales como en las más nuevas de los movimientos eclesiales, siguen dando a la Iglesia una viveza que es don de Dios constituyendo una auténtica primavera del Espíritu. Conviene ciertamente que, tanto en la Iglesia universal como en las Iglesias particulares, las asociaciones y movimientos actúen en plena sintonía eclesial y en obediencia a las directrices de los Pastores.
Pero es también exigente y perentoria para todos la exhortación del Apóstol: "No extingáis el Espíritu, no despreciéis las profecías, examinadlo todo y quedaos con lo bueno" (1 Ts 5,19-21).

FUNDAMENTACIÓN
Uno de los grandes retos que el joven debe enfrentar en la vida es el de encontrar su lugar en la sociedad y en la Iglesia.
Descubrir la vocación no es fácil, pero tampoco es imposible. Si con sinceridad ponemos a los jóvenes en situación de encontrarlo, éste podrá buscar la voluntad de Dios
De muchos modos Dios les está revelando la manera como quiere que colaboren en la instauración de su Reino. El es el más interesado en que cada joven descubra y realice su vocación.
«Señor, ¿qué quieres que haga?». La vocación no es algo que se inventa, sino algo que se encuentra. No es el plan que uno se hace en su vida, sino el proyecto de amistad que Jesús le propone y lo invita a realizar. No es principalmente una decisión que el muchacho toma sino una llamada a la que responde.
Por eso, en respuesta al Plan trazado por nuestro Arzobispo el día Crismal en relación a la juventud, las juntas de Religiosos y Religiosas de la Arquidiócesis ha pensado oportunamente en dar su aporte: queremos trabajar por, con y para la juventud, acompañando a los organismos arquidiocesanos y los movimientos que ya lo hacen, poniéndonos al servicio de los muchachos y las chicas como una instancia de reflexión, información, oración y promoción vocacional: el Centro Juvenil de Acompañamiento Espiritual.
Anima este trabajo la caridad de Cristo a favor de sus hijos que han vencido al mundo, pero también las amenazas que este mundo les hace queriendo borrar de sus corazones la comunión y la escucha de Dios Padre Amoroso que ama y llama.
Queremos contar -en comunión y colaboración- con los institutos de vida consagrada que forman parte de la Arquidiócesis y con el Equipo Vocacional San Juan de Ávila, del Seminario Metropolitano; queremos hacer extensiva esta colaboración a los organismos arquidiocesanos que trabajan por la juventud, a nivel de pastoral juvenil y educacional.
Y esto con la firme convicción de que todos somos agentes de pastoral vocacional y que la pastoral juvenil y escolar deben desembocar naturalmente en el planteo vocacional

¿QUIÉNES SON LOS AGENTES DE PASTORAL VOCACIONAL?
La Presbiterorum Ordinis. N° 6 afirma con propiedad que agentes de la pastoral vocacional: “Son los padres de familia, los hermanos, los familiares que han plasmado con su vida reales modelos de vivencia vocacional cristiana; los educadores maestros que ejercen sistemáticamente, una orientación vocacional muy encarnada y de acompañamiento o seguimiento de las vicisitudes de cada vacación; los párrocos y los vicarios de la parroquia que, desde la perspectiva de la fe, clarifican y estimulan las respuestas que Dios pide a los hombres según su Espíritu”;
Del mismo modo, los asesores de movimientos juveniles, los líderes de grupos, los mismos compañeros del joven, tienen un papel importante en el acompañamiento y aún en el discernimiento de las vocaciones. Los catequistas que reciben las preguntas vivas y angustiosas de sus alumnos, pueden y deben ejercer una función de orientadores de la vocación, especialmente dando respuestas de fe, según el Evangelio que predican y según la persona de Jesucristo.»

¿CUÁL ES EL TRABAJO DEL AGENTE DE PASTORAL VOCACIONAL?
«La Pastoral Vocacional, como acción de toda la comunidad, se realiza por medio de muy diversas funciones que los miembros de la comunidad ejercen para el desarrollo de toda vacación».
Se entiende que la actividad de Promoción de las vocaciones se realiza por el concurso de muy diversas personas, como los padres de familia, los maestros, los educadores de la fe, los orientadores vocacionales, tanto civiles, como religiosos o cristianos. TODOS SOMOS, POR TANTO, PROMOTORES VOCACIONALES.»
Los coordinadores natos, por ministerio por cargo o responsabilidad son los Obispos en su Iglesia particular, los Superiores Mayores respecto a sus Congregaciones, los párrocos respecto a su comunidad, como los superiores locales respecto a los diversos ámbitos de su apostolado.
De la misma manera se puede hablar de los responsables de organismos diocesanos o congregacionales, comisiones de área etc. Estos organismos no pueden dejar de responsabilizarse de la dimensión vocacional en sus tareas y pastorales.

EL AMBITO DEL AGENTE DE PASTORAL VOCACIONAL
El campo de trabajo para el agente laico será la comunidad parroquial. Le corresponde realizar su trabajo por las vocaciones en comunión con su párroco o quien él delegue, llevando a los jóvenes a que participen de los medios que ofrece la comunidad parroquial, tales como: «la celebración de la Eucaristía, de más sacramentos, la oración, el anuncio de la palabra de Dios, el servicio de la caridad» (CD, 15).
Estas Líneas de acción habrán de cooperar a un mayor desarrollo del joven en su proceso de identificación como cristiano comprometido en la evangelización.
La existencia de grupos juveniles favorecerán la labor vocacional, porque en ellos se puede proporcionar la dimensión vocacional, haciendo más eficaz el servicio del agente laico de Pastoral Vocacional en la parroquia.
Existen otros campos de realización para el agente laico, también de mucha importancia como son: la familia, la escuela, grupos parroquiales y los movimientos de agregación.
a) En la familia. Tiene una especial importancia para la Pastoral Vocacional por ser la primera educadora en la fe de sus hijos, y es también en ella donde se palpan los primeros indicios vocacionales. Por su misma naturaleza la familia es una Iglesia doméstica puesta al servicio de la edificación del Reino de Dios en la historia (F.C. 49).
La ayuda que puede prestar el agente laico de Pastoral Vocacional a las familias será vital, para que desde la familia se vayan gestando las vocaciones; contando con el debido acompañamiento de sus padres, haciéndoles saber el papel que tienen en la educación de sus hijos, dándoles la debida orientación hasta el momento de la opción, al mismo tiempo que los eduquen en la fe.

b) En las escuelas. La escuela congrega a los adolescentes y jóvenes en la edad propia de la opción, en la mayoría de los casos los alumnos se ven influenciados por algunas ideologías que no solamente ignoran los valores cristianos, sino que en ocasiones los atacan, sembrando la confusión en los alumnos.
La educación requiere un formación integral que abarque las distintas áreas del hombre, tanto seculares como sagradas, dicha tarea educacional irá estableciendo y perfeccionando a la persona (P. 1013), llevándola a una madurez que le dará la capacidad de elegir libremente su misión en la Iglesia.
La crisis de vocaciones que hoy sufre la Iglesia, exige acciones concretas y efectivas que sean capaces de interpelar al joven de hoy y orientarlo a una opción, por la vida consagrada. Dicha opción exige todo un proceso de educación y acompañamiento por parte de los profesores. Aquí es donde el agente laico de Pastoral Vocacional se convierte en punto de enlace con los maestros.

c) En los grupos parroquiales y de agregación (movimientos). Es necesario revitalizar las agrupaciones y movimientos católicos, buscando que se responsabilicen por la educación de sus miembros y cumplan con su misión apostólica: «Formar cristianos conscientes de su bautismo, capaces de sentir y seguir gustosos el llamado del Señor (P. 224).
Presentar al joven la vocación a la vida consagrada; orientarlo a un amor por la oración y servicio a los demás; hacerle conciencia de su misión en la Iglesia; invitarlo a que esté dispuesto a responder al llamado si este se presenta. El joven experimenta en la parroquia sus primeras inquietudes y ve en ella el ámbito de realización de sus inquietudes personales.
Esta tarea debe comenzar en la temprana edad de la catequesis de iniciación, donde el niño debe aprender a escuchar la voz de Dios que llama.

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