22 de noviembre de 2007

EXIGENCIAS DE LA VOCACION SACERDOTAL

Objetivo: Comprender que la respuesta a la vida sacerdotal exige muchas renuncias a fin de poder seguir al Señor para que nos comprometamos a comprender ayudar y a orar por los sacerdotes.

Ver.
Yo vivía en un rancho. Mis Padres me inscribieron en una escuela del pueblo, debía caminar una hora diaria para asistir a clases. Una tarde al volver y antes de llegar a mi casa vi a un sacerdote anciano que descansaba a la sombra de un árbol. Me le acerqué ¿Saben lo que me dijo? - Niño, pronto voy a morir... le estoy pidiendo a Dios que alguien tome mi lugar... ¿No quieres tomar tú mi lugar? Comentar la anécdota en grupo.

Pensar.
Algunas exigencias de la vocación sacerdotal. Llamados a la santidad. La santidad no consiste en hacer grandes cosas, sino en hacer la voluntad de Dios. Seguido nos ocurre que embebidos en nuestra obligaciones nos olvidamos de la única cosa necesaria:
Ser santos. Todo el pueblo está llamado a la santidad, pero en especial el sacerdote, pues por el orden se convirtieron en instrumentos vivos de Cristo.
Ser pobre: Desprenderse de todo bien terreno y su misión al bien supremo. Los sacerdotes deben testimoniar su pobreza, renunciando a lo superfluo.Es verdad que el obrero merece su salario (Lc. 10, 7). Pero también es cierto que el Evangelio e Iglesia no deben servir para la pretensión de tomar ventajas e intereses (ICor. 9,14). El sacerdote debe trabajar aunque esto exija solidarizarse con el más pobre, lograr una sociedad más justa y equitativa.
Ser casto: Precioso don que nos mantiene indivisos, renuncia al matrimonio para una donación personal a Jesucristo. La castidad es un carisma, representa un valor profético para el mundo actual. El celibato, la castidad, no se debe tomar como una carga, sino con amor y libertad como estímulo de caridad pastoral. Para vivir así es indispensable la oración.
Ser obediente: Como Cristo a su Padre. El nos redimió más por su obediencia que por su sacrificio.Obediencia es sujetar mi voluntad a Dios y sus ministros (obediencia apostólica). Todos en la vida estamos sujetos, dependiendo de alguien. El querer hacer lo que yo quiera me lleva al fracaso. La obediencia no humilla, ni degrada.
Ser hombre de oración: Un sacerdote que no ora es como un río sin agua. La oración es una dulce inclinación de nuestro corazón hacia Dios. Es necesario no rezar con prisa, ni con preocupaciones.
Hombre de ciencia: El sacerdote debe tener una inteligencia de la fe para saber dar razón de la fe y la esperanza.

Actuar.
1. A partir de esta reflexión ¿Qué haré para apoyar la vida del sacerdote?
2. Si Dios me llamara o llamara a uno de nuestra familia para su servicio
¿Con qué hechos apoyaríamos esa vocación?

Celebrar.
Hacer todos juntos la oración por las vocaciones.

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