23 de noviembre de 2007

EL CAMINO HISTÓRICO DE LA PASTORAL JUVENIL LATINOAMERICANA HACIA LA VOCACIONALIDAD Y EL PROYECTO DE VIDA

EL CAMINO HISTÓRICO DE LA PASTORAL JUVENIL LATINOAMERICANA HACIA LA VOCACIONALIDAD Y EL PROYECTO DE VIDA

Memoria histórica: fuente de identidad, inspiración para el futuro

La memoria histórica es importante para cualquier persona, para cualquier institución, para cualquier país. No hay "pueblo" sin memoria histórica; no hay "juventud" sin memoria histórica; no hay "pastoral", con identidad, sin esta memoria. La construcción de la memoria histórica ha de ser un desafío permanente para la Pastoral Juvenil en Latinoamérica. En Civilización del Amor, Tarea y Esperanza se presenta lo que ha sido el recorrido histórico de la Pastoral Juvenil latinoamericana hasta el año 1995[1]. Así como ocurre en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, en la Pastoral Juvenil se percibe una decidida voluntad por crear tradición, por rescatar su historia.

Es importante reafirmar que la identidad evangelizadora de la propuesta de la Pastoral Juvenil Latinoamericana es, esencialmente, fruto de un proceso que se fue construyendo colectivamente en los últimos 20 años. Es fruto de un caminar; es fruto de un proceso juvenil y pastoral en el ámbito latinoamericano. En la medida en que somos capaces de mirar hacia atrás, valorando y aprendiendo de lo vivido, nos abrimos a la osadía de construir el futuro.

Construir historia tiene consecuencias

En el desarrollo histórico de la Pastoral Juvenil Latinoamericana de los últimos años, valoramos la consolidación de algunos aspectos fundamentales como la articulación y la organización en los diferentes niveles (continental, regional[2], nacional, diocesano), que han permitido garantizar la participación, la corresponsabilidad y la continuidad del proceso; así como también el conocimiento y la apropiación crítica de la propuesta global. Esto se fue y se sigue dando en la Pastoral Juvenil a través de procesos que procuran respetar el protagonismo de los/as jóvenes y motivar el acompañamiento de asesores/as y pastores que creen en la importancia de la encarnación evangelizadora en el corazón de la juventud.

En el camino recorrido se destaca, de modo especial, la sistematización de las opciones pedagógicas de la Pastoral Juvenil y su implementación en los países. En el acompañamiento ofrecido a los grupos y jóvenes se ha venido madurando, desde la práctica, la vivencia y comprensión de estas opciones, particularmente de las dimensiones y los procesos de formación integral, entendida como proceso de Educación en la Fe.

Concreción del camino
Esta propuesta de felicidad cristiana ofrecida al mundo de los/as adolescentes y jóvenes es una "buena nueva" para la Patria Grande de América Latina. Dicha propuesta, asumida como orientación e inspiración en el trabajo con la juventud de nuestro Continente, confirmada por la Iglesia y fundada en sus orientaciones pastorales (Vaticano II, Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, directrices de los diferentes países), se encuentra sistematizada en dos publicaciones oficiales y reconocidas:
"Pastoral Juvenil, Sí a la Civilización del Amor" (1987) y "Civilización del Amor: Tarea y Esperanza" (1995).

Hasta la fecha (2003), la Sección de Juventud del CELAM ha convocado y realizado catorce (14) Encuentros Latinoamericanos de Responsables Nacionales de pastoral Juvenil. En las memorias escritas de estos Encuentros se han recogido valiosas reflexiones y se han sistematizado los distintos elementos de la Pastoral Juvenil que se presentaban como importantes, en cada momento, para ser estudiados y aclarados. Esta profundización, junto con el rico intercambio de experiencias, vivencias, materiales y publicaciones, fue delineando, en las realidades de los países, la personalidad pastoral de un trabajo orgánico con la juventud.

Nacen las opciones pedagógicas
En este sentido, es revelador percibir que en el VI Encuentro Latinoamericano, realizado en Caracas, en 1988, surgió la necesidad de aclarar y asumir una " opción pedagógica" que impulsara lo que se soñaba y esperaba con este trabajo evangelizador de la Pastoral Juvenil. En esa ocasión, se maduró el diseño de un proceso de Formación
Integral que atiende cinco dimensiones (relación del joven consigo mismo, relación con el grupo, relación con la sociedad, relación con Dios y relación con la Iglesia) y se desarrolla en tres etapas (nucleación, iniciación y militancia). La etapa de la Militancia mereció, al año siguiente, un encuentro especial para su profundización (VII ELARNPJ, realizado en Quito, en 1989).
Diez años después, en las conclusiones del II Congreso Latinoamericano de Jóvenes, realizado en Punta de Tralca, Chile, se puede constatar la importancia que tiene la opción pedagógica de los Procesos de Educación en la Fe:

Si se continúan generando procesos de formación integral, habrá jóvenes maduros, con conciencia crítica de la realidad y con actitudes cristianas que den sentido a su vida, porque la realización de la persona exige el desarrollo y la integración de las dimensiones personal, comunitaria y social.[3]

Este desafío expresado por los/as congresistas revela la vital importancia que se le confiere a la opción pedagógica de los PEFs dentro de la propuesta global de la Pastoral Juvenil Latinoamericana.

Descubrimientos son descubrimientos
El libro Civilización del Amor: Tarea y Esperanza, inspirándose en las conclusiones de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericana (Puebla, 1979), define a la Pastoral Juvenil como

la acción organizada de la Iglesia para acompañar a los jóvenes a descubrir, seguir y comprometerse con
Jesucristo y su mensaje para que, transformados en hombres nuevos, e integrando su fe y su vida, se conviertan en protagonistas de la construcción de la Civilización del Amor.[4]

En esta definición constatamos ya presentes los temas que pretendemos considerar en esta nueva reflexión, a saber: la militancia, la vocacionalidad y la importancia de la elaboración del proyecto de vida.

En los Encuentros Latinoamericanos de Responsables Nacionales de Pastoral Juvenil se fueron tratando progresivamente diferentes temas considerados como los más urgentes en cada ocasión. Recordamos, por ejemplo, "Pastoral Juvenil y Cultura" (1990), "Asesoría y Acompañamiento en la Pastoral Juvenil" (1993), "Espiritualidad y Misión de la Pastoral Juvenil" (1994-1996), "Megatendencias de la realidad y de la Pastoral Juvenil" (1997). Fue en el año 2001, cuando en el XIII Encuentro Latinoamericano se retornó el tema de los Procesos de Educación en la Fe, pero en relación con el Proyecto de Vida. Asimismo, en el año 2003, durante el XIV ELARNPJ, se retorna el tema de la Militancia con el fin de reflexionar si, dentro de los Procesos de Educación en la Fe, se trata de un punto de partida, de una etapa final o de un proceso.

En síntesis, la reflexión gradual sobre los Procesos de Educación en la Fe, en estos últimos años, desembocó en un momento nuevo, no tanto de nuevos temas, sino de "revisión" y de nuevas consideraciones, abriendo el espacio al planteamiento de la dimensión vocacional (vocacionalidad) presente, desde siempre, en la propuesta global de la Pastoral Juvenil Latinoamericana. .


Novedades
Identificados los límites y las dificultades en la implementación de los PEFs, faltaba relacionar, todavía mejor, esta opción pedagógica con la globalidad de la propuesta de la Pastoral Juvenil como tal.
Siempre se habla del "hombre nuevo y de la mujer nueva" que hay que formar; de la "nueva sociedad" que es fundamental para la vida del mundo; de la importancia que tiene, en ello, una Iglesia que responda a esta utopía; de la Pedagogía que hay que construir, de la Espiritualidad que hay que vivir, del método que hay que asumir. No estaba siempre claro, sin embargo, que todo eso significa soñar con jóvenes conscientes de su propia vocación y con un proyecto de vida que es, al mismo tiempo, la vivencia de un proceso pedagógico y el instrumento esencial para un trabajo integral de educación en la fe junto al joven.
Es verdad que la Pastoral Juvenil tiene una propuesta definida con sus diversos "marcos" (situacional, histórico, doctrinal, operativo y celebrativo) y hay conquistas (percepciones) que se convierten en principios orientadores; pero esto no significa que no haya, continuamente, la necesidad de retomar, profundizar y cambiar diversos aspectos de la propuesta. Un ejemplo puede ser el" descubrimiento" o la sistematización de las cinco opciones pedagógicas, presentadas en "Civilización del Amor: Tarea y Esperanza". Se ha visto que la "Formación Integral", por ejemplo, tan importante para esta Pastoral, se comprende mejor si va acompañada con la presentación de otras opciones pedagógicas, como son: el grupo o la comunidad juvenil, la organización, el acompañamiento y la asesoría y la necesidad de trabajar con la diversidad de la juventud, entendida como concreción de un proceso. Son descubrimientos que se van alcanzando en el camino. Los descubrimientos hacen parte del proceso y exigen su tiempo para que sepamos ponerlos en práctica. De la misma forma, podemos pensar la comprensión de la Militancia, de la Vocacionalidad y del Proyecto de Vida.
Estamos convencidos de la riqueza de la concepción pedagógica de la Pastoral Juvenil Latinoamericana. Al mismo tiempo que hay aspectos que no cambian, tenemos conciencia de que hay otros que se van descubriendo y construyendo. Si estamos escribiendo estas reflexiones es porque percibimos que la Pastoral Juvenil siempre está en camino y nos parece fundamental, en este momento, profundizar no solamente en la "Militancia", ni únicamente en la "Vocacionalidad", ni exclusivamente en el "Proyecto de vida", sino presentar que los tres aspectos hacen parte de un mismo proceso global.

"PARA LA REFLEXION:"

1) Hagamos el esfuerzo de recordar nuestra experiencia y señalemos los momentos más determinantes de nuestra Pastoral Juvenil (local, parroquial, diocesana, nacional, regional).
2) Si miramos la historia de nuestra experiencia de Pastoral Juvenil, ¿cuáles podrían ser las características que se destacan en nuestro proceso (local, parroquial, diocesano, nacional, regional)?
3) Después de este tiempo en el que se ha desarrollado la Pastoral Juvenil entre nosotros, ¿cuáles resultados vocacionales constatamos entre nuestros laicos, jóvenes y adultos? ¿Cuáles son las fuerzas vivas, las instancias, las iniciativas, dedicadas actualmente a la evangelización y que maduraron en procesos de Pastoral Juvenil? ¿Cuáles están presentes en otros ámbitos de la vida social?



HORIZONTES, DESAFÍOS Y PRINCIPIOS ORIENTADORES PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL PROYECTO DE VIDA

La memoria histórica, descrita en el capítulo anterior, nos permite afirmar que el camino recorrido ha estado marcado por una permanente búsqueda colectiva, por un gran esfuerzo para conocer la realidad de los/as jóvenes, sus dificultades, sus tendencias; por la permanente reflexión teológica-pastoral, por el discernimiento y por la sistematización continua de las experiencias de los países, a fin de brindar orientaciones claras que permitan implementar una Pastoral Juvenil Orgánica en el Continente.

Presentamos, en este capitulo, los horizontes, los desafíos y los principios orientadores que la Pastoral Juvenil Latinoamericana ha ido identificando a lo largo de su caminar histórico. Conviene aclarar que estos elementos están referidos, aquí, de manera especial, a la Vocacionalidad, al Proyecto de Vida ya la Militancia.

Estos horizontes, desafíos y principios orientadores vienen de un proceso. Han surgido como un clamor de las regiones, los países, las diócesis y tantas parroquias. Estas voces fueron escuchadas atentamente en cada uno de los eventos realizados en el ámbito continental, ya anteriormente citados. Estamos hablando, por tanto, de unos horizontes, desafíos y principios orientadores que son frutos de un discernimiento juvenil compartido en momentos muy significativos de los últimos años para la Pastoral Juvenil que crece en América Latina.

Lo que vamos a leer es, pues, resultado de la reflexión de muchos grupos o comunidades juveniles. Queremos tener, especialmente, presentes a los/as más de 800 participantes en el II Congreso Latinoamericano de Jóvenes[5], celebrado en 1998, y las consultas previas dirigidas a los/as jóvenes de las diócesis, países y regiones, que lograron sistematizar sus sueños, sus temores y las tendencias de la realidad que se percibían.

Vislumbrar el horizonte, marcar el rumbo, el ideal que queremos alcanzar, el hacia dónde de la acción pastoral, significa garantizar un punto de llegada, una meta. Este horizonte permite que podamos ver y escuchar la realidad desde la intencionalidad pastoral soñada, para poder detectar así los hechos que nos retan. Para tener claro el horizonte es necesario una profunda reflexión, discernimiento y sistematización del camino realizado, una lectura atenta y permanente del acontecer durante tantos años del caminar latinoamericano.

En el camino encontramos las dificultades propias de un proceso, son los desafíos de la realidad. Por tanto, los desafíos son aquellas situaciones (hechos, temores, aciertos, errores, vacíos, tendencias) que retan a la acción de la Pastoral Juvenil en América Latina, porque pueden impulsarla o bloquearla en el alcance de sus objetivos y horizontes.

Los horizontes y los desafíos que presentamos van a ser planteados desde cuatro ámbitos de la realidad: los/as jóvenes, la sociedad, la Iglesia y la Pastoral Juvenil, vistos desde el contexto actual en el que nos desenvolvemos.

Por su parte, los principios orientadores condensan nuestras convicciones y opciones más profundas. Es tener una conciencia clara del actuar de Dios en el camino de construcción de la Pastoral Juvenil del Continente, de la realidad de los y las jóvenes y de la utopía que orienta nuestro que hacer pastoral, en el contexto actual latinoamericano.




Horizontes y desafíos[6]
Desde la realidad juvenil
Horizontes

Escuchando las voces juveniles de América Latina y el Caribe, podemos afirmar que la Pastoral Juvenil del Continente sueña con una generación joven que:
a) En su búsqueda por el sentido de la vida, la realización de sus sueños, proyectos y aspiraciones más profundas de felicidad, asume la propia vida en sus manos, decida libre y responsablemente, descubra su propia vocación de vida, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo.
b) Conserva su identidad, con actitudes y opciones claras, en medio de la crisis de valores, la falta de perspectivas jubilosas de futuro, en una sociedad globalizada que impone modelos de comportamiento y la esclavitud del consumismo.
c) Toma conciencia de las estructuras injustas de la sociedad y se hace responsable de su misión histórica, con sus acciones, compromisos y proyectos, transformando las realidades de violencia, corrupción, exclusión, la creciente brecha entre ricos y pobres, la falta de oportunidades laborales y el creciente deterioro ecológico, en convivencia fraterna y pacífica; en honestidad y búsqueda del bien común; en solidaridad, igualdad y justicia; con una opción valiente por los/as empobrecidos/as; constituyendo espacios de inclusión de los/as menos favorecidos/as; propiciando la valoración y preservación del medio ambiente, sintiéndose parte de la creación y por ello responsable de su destino; comprometiéndose en la búsqueda de alternativas económicas de autorrealización y autogestión que lleven al mejoramiento de la calidad de vida de los/as jóvenes.
d) Construye la esperanza, pues ha descubierto razones para esperar en su encuentro con Jesús. Capaz de enfrentar el dolor, la desesperanza, la angustia, el sinsentido de la vida, la falta de oportunidades y de futuro en que vive; con la esperanza de un presente y futuro mejor que construye con su vida, sus acciones y compromisos.
e) Se encuentra personal y comunitariamente con Jesús, se fascina con sus gestos y actitudes, acoge su proyecto de vida y se entrega a su seguimiento con corazón comprometido para siempre.

Desafíos
A esta generación joven se les presenta, sin embargo, algunos desafíos importantes:
Si los/as jóvenes descubren su vocación a la vida, sentirán el entusiasmo de ser sujetos y agentes corresponsables en el compromiso por la Civilización del Amor y se darán cuenta del vigor que les da Cristo para trabajar permanentemente por la defensa de la vida.
Si los/as jóvenes toman conciencia de su condición de ciudadanos, podrán ser protagonistas críticos en la transformación de las estructuras sociales de dominación y participarán activamente en los procesos políticos.
Si los/as jóvenes viven sus propios procesos de maduración integral, se convertirán en testigos críticos y creativas de la propuesta de Jesús para ellos y para otros/as Jóvenes, sobre todo para los/as más necesitados/as.
Si los/as jóvenes logran comprender que los condicionamientos socioeconómicos que atentan en contra de su dignidad integral, no les impiden su maduración en el amor, podrán encontrar el camino de la propia liberación mientras, desde la propia pobreza, aprenden a compartir la vida con otros.
Si los/as jóvenes viven experiencias significativas en las que encuentren respuestas a sus hondas preguntas por el sentido de la propia vida, podrán madurar en las decisiones y en las opciones fundamentales por el bien común.

Desde las perspectivas sociales
Horizontes
Los/as jóvenes tienen claro que quieren una sociedad fundada en la cultura de la vida. Por eso, en la perspectiva de construir su vida, desean:
a) Una sociedad que promueve el desarrollo integral de las personas por encima del mercado y del beneficio financiero, valorando sobre todo las inmensas posibilidades que guardan en sus vidas los/as más pobres y mostrando las posibilidades de la inclusión social en el campo laboral, educativo y de participación social.
b) Una sociedad en la que la familia asume su rol de educadora y transmisora de valores, contribuyendo en la construcción de la identidad de los/as jóvenes.
c) Una sociedad que garantiza y promueve canales de participación para los/as jóvenes, favoreciendo su protagonismo en la necesaria transformación de las estructuras económicas, políticas, sociales y culturales injustas.
d) Una sociedad en la que los ciudadanos aprenden a vivir y desarrollar los valores de la democracia: el diálogo, la pluralidad, la participación político-ciudadana, la representatividad, la corresponsabilidad.
e) Una sociedad que conjuga la calidez y la calidad de las relaciones interpersonales con el uso eficiente de las nuevas tecnologías comunicacionales de la cultura global.
f) Una sociedad con políticas de estado dirigidas a la promoción, al respeto ya la defensa de la vida ya la conservación del medio ambiente.

Desafíos
La sociedad presenta enormes desafíos a la acción de la Pastoral Juvenil. Presentamos algunos de ellos:
Si continúa la apatía de los/as jóvenes para intervenir en la vida social, económica, cultural y política de sus países, no se podrá contar con su presencia protagónica y transformadora de las estructuras injustas y opresoras de la sociedad, porque los/as jóvenes no se sentirán llamados a ser artífice de nuevas realidades y estructuras que promuevan el bien común y la solidaridad.
Si continúa el surgimiento y fortalecimiento de nuevas formas de organización social, política, económica, ecológica, cultural y de acciones articuladas, que promuevan el cambio, con conciencia la crítica, se podrán crear nuevos espacios de participación para los/as jóvenes en la transformación de la realidad, porque los cambios estructurales sólo serán posibles si hay personas capacitadas y comprometidas con las situaciones concretas de su pueblo.
Si continúa el modelo neoliberal que aumenta la marginación social, el desempleo, el desmejoramiento de las condiciones laborales, la brecha entre ricos y pobres, el difícil acceso a una educación de calidad y el crecimiento de la deuda externa y no se suministran herramientas concretas para enfrentarlo, puede debilitarse un protagonismo juvenil que contribuya a la transformación de nuestros pueblos impulse un desarrollo con iguales oportunidades para todos, porque sin una visión crítica, desde los valores del Evangelio, no es posible enfrentar un modelo que es excluyente, promueve la manipulación y la dependencia económica[7].
Si continúa la actitud pasiva y la crítica frente al continuo bombardeo de los medios de comunicación social que debilitan la identidad cultural, la unidad familiar y los valores fundamentales de la persona, será difícil fortalecer estos valores como necesarios para la realización y felicidad de los/as jóvenes, porque sus propuestas y mensajes pretenden imponer- se como únicos y reproducen los antivalores del modelo neoliberal[8].




Desde la realidad eclesial
Horizontes
La Pastoral Juvenil Latinoamericana sueña con una Iglesia[9]:
a) Que ofrece y promueve, entre los/as jóvenes, el encuentro personal y comunitario con Jesucristo vivo, centro y modelo de vida de todo bautizado, Buen Pastor que nos congrega, nos muestra al Padre, nos invita a la vivencia del amor fraterno y nos envía a ser anunciadores de esa Buena Nueva.
b) Coherente y testimonial que sea presencia significativa de la acción evangelizadora y liberadora de Cristo y que, como Él, vive para anunciar su Evangelio con hechos y palabras.
c) Encarnada en la realidad, que escucha y responde los gritos y necesidades de nuestros pueblos, que sale al encuentro de los más alejados, desesperanzados y empobrecidos, que acompaña a aquellos sin horizontes claros de futuro y sin el sentido de la vida, solidarizándose con sus luchas, saliendo de la indiferencia y pasividad, denunciando todo aquello que no dignifica a los hombres y mujeres, es decir, enteramente al servicio del Reino de Dios.
d) Servidora al estilo de Jesús, toda ella al servicio de la promoción de la dignidad humana y del proceso de liberación histórica de los pueblos, en todos los ámbitos de la sociedad.
e) Que acoge fraternalmente a los/as jóvenes con sus valores, con sus necesidades básicas, con sus luchas por la sobrevivencia, sus búsquedas e inconformidades. Una Iglesia que los reconoce, ama y valora. Que les reconoce su protagonismo juvenil y su fuerza militante. Una Iglesia donde los/as jóvenes son respetados/as en sus diferencias, pueden compartir sus esperanzas y penas, descubriendo al Dios Padre y Madre de la vida que es compasión. Una Iglesia que se hace creíble por el testimonio del amor fraterno.
f) De comunión y participación, donde los pastores son servidores, dialogan y confían en los y las jóvenes, favorecen el protagonismo juvenil y hacen efectiva su opción preferencia por los/as jóvenes. Una Iglesia que piensa su misión en el mundo juvenil desde, con y para los/as jóvenes.
g) Comunidad de comunidades, que privilegia la participación de todos/as, que da prioridad a la formación de pequeñas comunidades en los ambientes culturales y específicos de los/as jóvenes, asumiéndolos como están y donde están, acompañándolos en sus búsquedas y en la elaboración de su proyecto de felicidad.
h) Que trabajando en conjunto con otros grupos e instituciones de la sociedad civil, irrumpe como profeta en las estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, para transformarlas en realidades más humanas, solidarias y justas, buscando siempre el bien común.
i) Festiva, que celebra el acontecer de Dios en la Vida en la realización personal y en los proyectos sociales de intervención, a través de la Oración, la escucha de la Palabra y la vivencia de los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía.

Desafíos
A la Iglesia Latinoamericana, en su esfuerzo evangelizador en el mundo juvenil, se le presenta el desafío de ser:
a) Una Iglesia profética, no tanto por sus denuncias ante una sociedad dividida e injusta, sino por el anuncio vigoroso de comunión y participación que ofrece a través del testimonio definido y valiente de una unidad orgánica que viven los/as bautizados/as en la diversidad de formas participativas en las tareas de evangelización.
b) Una Iglesia que, enamorada de los y las jóvenes, los tenga como herederos/as y sea una presencia maternal entre ellos/as, especialmente entre los/as excluidos/as; una Iglesia que, aprende con ellos/as a conformar y mantener espacios de comunión y participación para la construcción de una sociedad nueva[10].
c) Una Iglesia que, practicando la pedagogía incluyente del Evangelio, se mantiene como la servidora de la sociedad, articulada en el ejercicio de sus ministerios, sobre todo en las tareas de la reconciliación a través del anuncio y la practica de la justicia, de la verdad y del amor.

Desde la Pastoral Juvenil
Horizontes
Nuestro caminar histórico como Pastoral Juvenil Latinoamericana nos hace soñar con:
a) Una Pastoral Juvenil que fomenta, vive y asume las opciones pedagógicas de la propuesta latinoamericana con compromiso y decisión, organizada y sistematizada en sus procesos, convencida de contribuir así a mantener la lozanía juvenil del Resucitado en la Iglesia.
b) Una Pastoral Juvenil generadora de Procesos de Educación en la Fe de los/as jóvenes, que a través de la formación integral, los/as acompañe hacia la militancia, desde la concretización de su proyecto de vida que incluye la participación ciudadana: social, política, cultural, eclesial, y que se va re-definiendo desde el contexto en el cual ellos se desenvuelven.
c) Una Pastoral Juvenil articulada, orgánica y planificada, en la que los/as jóvenes y agentes pastorales, desde las diferentes estructuras de coordinación y organización, van madurando en una actitud de corresponsabilidad y servicio, de comunión y participación, hacia una acción evangelizadora en el mundo juvenil más eficaz y transformadora.
d) Una Pastoral Juvenil misionera que presenta el anuncio del Evangelio en los ambientes específicos donde los/as jóvenes se desarrollan y pasan la mayor parte de su tiempo, considerando sus propias realidades y aspiraciones como posibilidades de desarrollo personal, comunitario y social.

Desafíos
Los/as agentes de Pastoral Juvenil y los/as jóvenes identifican los siguientes desafíos:
a) Si se continúa con una Pastoral Juvenil que sale al encuentro de los/as jóvenes, considerando sus intereses, sueños, necesidades, lógicas, búsquedas y valores, y les propone a Jesucristo como sentido y respuesta de vida; se contribuirá al desarrollo integral de los/as jóvenes, ala concreción de su proyecto de vida y se responderá alas realidades de dolor y desesperanza que viven, porque toda acción pastoral debe partir de la realidad y actuar sobre ella transformándola, desde los criterios del Evangelio.
b) Si se continúa fortaleciendo una Pastoral Juvenil orgánica, planificada y representativa, generadora de Procesos de Educación en la Fe, que asume la formación integral de los/as jóvenes en todas sus dimensiones; se podrá contar con formas adecuadas de evangelización y de transformación de la realidad personal y social, porque una pastoral que cuenta con objetivos y propuestas claras, lleva a acciones coherentes, concretas, eficaces y garantiza la adhesión y el seguimiento de Jesús de quienes se vinculan.
c) Si se sigue asumiendo responsable y coherentemente la opción preferencial por los/as jóvenes y los/as pobres del Continente, mediante la creación de espacios concretos de participación y la formación de agentes pastorales, respetando la diversidad juvenil, se podrá garantizar el protagonismo juvenil en una Iglesia que se hace joven con los/as jóvenes, .porque así la Pastoral Juvenil será fiel a su compromiso de construir la Civilización del Amor en América Latina.
d) Si no se implementa una Pastoral Juvenil que proponga a los/as jóvenes un proceso de construcción de su proyecto de vida, que se va redefiniendo a lo largo de la vida, de acuerdo con los contextos en los cuales ellos se desenvuelven, y que se concretiza en el compromiso social, político, económico, eclesial, cultural; no habrá jóvenes felices, maduros, realizados, con conciencia crítica de la realidad, interviniendo en las estructuras por un orden social más justo y solidario y no se podrá contribuir así a la construcción del Reino de Dios en el aquí y ahora de nuestro continente.
e) Si la Pastoral Juvenil no involucra a la familia como primera educadora y transmisora de valores, no podrá brindar una formación adecuada a los/as jóvenes, que les permita enfrentar los modelos de comportamiento que la realidad les impone, porque la familia es uno de los grupos básicos que contribuye a la construcción de la identidad ya la transmisión de valores morales, culturales y éticos.
f) Si la Pastoral Juvenil continúa con una espiritualidad fundamentada en el encuentro personal y comunitario con el Dios de la vida, se tendrá una espiritualidad encarnada, que une fe y vida y lleva al compromiso transformador, porque Dios ha querido darse a conocer en la historia, en la realidad, en las personas, encarnándose en la persona de Jesús y haciéndose parte de un pueblo.
g) Si la organización de la Pastoral Juvenil no favorece experiencias y espacios para la iniciación de los/as jóvenes en compromisos evangelizadores y solidarios, condición indispensable para la concreción del propio proyecto de vida, ellos no podrán madurar sus inquietudes vocacionales de servicio.



PARA LA REFLEXIÓN:
1) ¿Cuáles son los sueños y aspiraciones de los agentes y de los/as demás jóvenes que viven en nuestro territorio (ciudad, estado, región, país)?
2) ¿Conocemos los planes de desarrollo integral que inspiran la gestión de gobierno en nuestra ciudad, país?
3) ¿Cuáles son los programas y proyectos de evangelización de nuestra diócesis (parroquia, grupo)?
4) ¿Cuáles son las metas de la Pastoral Juvenil de nuestra diócesis (parroquia)?
5) Con estos datos precedentes, ¿nos vemos de alguna forma desafiados?


Principios orientadores: la mística que nos mueve

Los principios orientadores de la Pastoral Juvenil Latinoamericana son la fuerza vital que plasma nuestra utopía en la construcción de un mundo nuevo que se hace posible en la vivencia de los valores que aquí se expresan. Ellos motivan nuestra acción y postura frente a la realidad. Son fundamentales en la consolidación de la opción vocacional de cada persona, en la elaboración del Proyecto de vida y en la asunción del compromiso militante.

Presentamos, a modo de afirmaciones sencillas, aquellos derroteros que nos dan rumbo e identidad, que constituyen el estilo y la mística de la Pastoral Juvenil en América Latina. Son principios que vivimos ya, en algunos lugares como intuición, en otros como frutos y en otros más como búsqueda permanente. Principios que queremos seguir teniendo como referentes para que esta propuesta que se ofrece a las y los jóvenes de nuestro Continente, sea semilla y fruto de la Civilización del Amor a la que jóvenes y asesores aspiramos.

La Pastoral Juvenil Latinoamericana cree:

• En el llamado que Dios hace a cada persona para que sea feliz en la donación de sí mismo a los/as otro/as y en la ayuda a los/as jóvenes a descubrir su camino y vocación.
• En Jesús que nos invita a hacer nuestras sus opciones y su estilo de vida, en fidelidad al proyecto de Dios Padre, que nos convoca a hacer presente su Reino entre las mujeres y los hombres de hoy.
• En la presencia fiel del Espíritu Santo que nos anima y nos mueve a creer en la fuerza transformadora de la juventud y por cuya acción la Iglesia lleva el anuncio siempre renovado del Evangelio, como fuente de vida para los/as mismos/as jóvenes.
• En la fuerza del testimonio de María de Nazaret y de su esposo José, quienes, en su juventud, dieron un sí definitivo a Dios, asumiendo con valentía el proyecto de vida que Él tenía para ellos y nos enseñan con su ejemplo a ser discípulos/as fieles de su Hijo Jesucristo.
• En la Iglesia de comunión y participación; que acoge y promueve la rica diversidad de carismas y ministerios; que construye la unidad y promueve la participación laical juvenil-
• En la Iglesia profética y consagrada al servicio de la vida, que opta por los/as más pobres y los/as acompaña en su búsqueda de justicia y dignidad-
• En la vitalidad del testimonio coherente de los/as cristianos/as, para generar y dar razón de nuestra esperanza en Jesús Resucitado en medio de un mundo que busca, desesperadamente, el sentido de la vida.
• En la Civilización del Amor que se construye a través de la vivencia de las opciones pedagógicas, que son un camino de madurez y compromiso para las y los jóvenes.

Para ser fiel a su misión, la Pastoral Juvenil en América Latina:
• Vive, en lo cotidiano, el seguimiento de Jesús y lo propone a las y los jóvenes como único modelo de plena y auténtica realización. Les anuncia el Reino de Dios como Buena Noticia que invita a vivir plenamente.
• Opta por los/as jóvenes, especialmente, por los/as más pobres, y sale a su encuentro en sus ambientes específicos y realidades concretas, porque reconoce en ellos/as la fuerza dinamizadora de la vida social y eclesial.
• Considera al joven como sujeto de su Proceso de Educación en la Fe, y promueve el protagonismo juvenil. Sale a su encuentro en la realidad concreta, acoge sus necesidades e inquietudes, encarna en esa realidad su propuesta de manera que los motive a ejercer su protagonismo, con un espíritu de servicio y compromiso en el barrio, el campo, la escuela, la universidad, la pandilla...
• Promueve una cultura vocacional, ayudando a los y las jóvenes a descubrir su vocación y concretarla en un proyecto de vida en el que viven su compromiso en la transformación de la realidad.
• Reconoce y respeta las diferencias de género entre hombres y mujeres y busca la plena realización de ambos desde su particularidad en relaciones de complementariedad y apoyo, generando una convivencia respetuosa y equitativa.

La Pastoral Juvenil vive su misión en las opciones pedagógicas:
• Acompaña personal y comunitariamente a las y los jóvenes en sus Procesos de Educación en la Fe y, al estilo de Jesús, sale a su encuentro y camina junto a ellos y ellas, ayudándoles a descubrir el llamado de Dios.
• Vive una espiritualidad centrada en la Palabra de Dios, que mueve al compromiso con el Reino, alimenta la vivencia comunitaria de la fe y la solidaridad, celebra la vida y acoge en ella las expresiones culturales de los y las jóvenes.
• Favorece la misión evangelizadora de la Iglesia con los/as jóvenes a través de Procesos de Educación en la Fe, reconoce el carácter procesual de éstos, respeta los ritmos de cada joven y les anima en un crecimiento constante que las convierta en personas maduras en su fe y comprometidas con la realidad.
• Promueve la formación integral de las y los jóvenes a partir de sus experiencias de vida, superando los dualismos fe -vida, fe -política, fe -cultura; integrando todas las dimensiones de la persona en un proceso sistemático de crecimiento y madurez.
• Prioriza la acción reflexionada como núcleo formativo que posibilita la sensibilización y concientización progresiva, así como una mayor apertura y compromiso con los/as demás.
• Opta y vive la organización como espacio de formación y protagonismo, vincula el trabajo de las y los jóvenes con otras experiencias eclesiales y civiles.

La Pastoral Juvenil se vincula orgánicamente en la Pastoral de Conjunto y en la sociedad:
• Prioriza la vida comunitaria (grupos juveniles) como parte fundamental de la propuesta evangelizadora y favorece el sentido de pertenencia y participación en las comunidades eclesial y social más amplias.
• Valora a la familia como primera experiencia comunitaria y reconoce y promueve su papel en la formación de las y los jóvenes.
• Valora la riqueza del diálogo ecuménico e interreligioso, buscando superar las diferencias y construyendo la unidad de los cristianos.
• Promueve la cultura de la solidaridad y la paz, como alternativas frente a la sociedad de consumo y el individualismo, compartiendo, desde nuestra pobreza, para crear condiciones de justicia y dignidad.
• Asume el cuidado de la naturaleza y del cosmos porque los reconoce como don de Dios para todas las personas y promueve, tanto el respeto para con el planeta, como el uso responsable de los recursos, de tal forma, que se garantice la vida digna para toda persona humana.


PARA LA REFLEXIÓN:

1) Recoger, a manera de credo, las convicciones con responde a la humanidad, a la sociedad y la Iglesia, con que el se identifica como cristiano.
2) ¿Cuáles son los objetivos últimos que el grupo, equipo comunidad Juvenil, persigue con su acción pastoral relación a esta utopía?
3) Sugerimos compartir con la comunidad estas Buenas noticias en una manifestación artística (mural, canto, teatro...) que exprese las convicciones que mueven nuestra acción como Pastora Juvenil


[1] Cfr. CELAM, Civilización del amor, tarea y esperanza. Orientaciones para una Pastoral Juvenil Latinoamericana, Colección Documento CELAM Nº 161, Bogota, 2001, pp.65-88
[2] La Pastoral Juvenil Latinoamericana esta articulada en cuatro (4) Regiones: México y Centro América, Caribe, Andina y Cono Sur. Esta articulación ha fortalecido la participación y le protagonismo juvenil. En los otros países la palabra “Región” significa un espacio geográfico y eclesiástico amplio que articula un buen número de diócesis y otras jurisdicciones eclesiásticas.
[3] CELAM, Punta de Tralca. II Congreso Latinoamericano de Jóvenes, Colección Documentos de Trabajo nº 1, Bogota, 1999, p.76
[4] CELAM, Civilización del amor, Tarea y esperanza, op. cit, p.176.
[5] SECCION DE JUVENTUD DEL CELAM, II Congreso Latinoamericano de Jóvenes. Conclusiones.
[6] Para la presentación de los desafíos y horizontes, hemos consultado los siguientes documentos de la SECCION DE JUVENTUD del CELAM: Los Procesos de Educación en la Fe de los jóvenes, Bogotá, 1993; Civilización del Amor, op. cit: II Congreso Latinoamericano de Jóvenes, op. cit; Punta de Tralca, op. cit; XIII Encuentro Latinoamericano de Responsables Nacionales de Pastoral Juvenil, Memoria y Conclusiones, Buenos Aires, febrero 2001; XIV Encuentro Latinoamericano de Responsables Nacionales de Pastoral Juvenil, Memoria y Conclusiones, Quito, Febrero 2003
[7] Cfr. II Congreso Latinoamericano de Jóvenes, op. cit, p 31
[8] Idem
[9] Cfr. Ibíd.., p.21
[10] Cfr. II Congreso Latinoamericano de Jóvenes, op. cit., pp.32-33

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